El canto


 
Yo escucho los cantos
de viejas cadencias
que los niños cantan
cuando en coro juegan,
 
y vierten en coro
sus almas que sueñan,
cual vierten sus aguas
las fuentes de piedra:
 
con monotonías
de risas eternas
que no son alegres,
con lágrimas viejas
 
que no son amargas
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.
 
En los labios niños,
las canciones llevan
confusa la historia 
y clara la pena;
 
como clara el agua
lleva su conseja
de viejos amores
que nunca se cuentan.
 
Jugando, a la sombra
de una plaza vieja,
los niños cantaban…
 
La fuente de piedra
vertía su eterno
cristal de leyenda.
Cantaban los niños
canciones ingenuas
de un algo que pasa
y que nunca llega:
la historia confusa
y clara la pena.
 
Seguía su cuento
la fuente serena;
borrada la historia,
contaba la pena.
 

Antonio Machado

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