Cartel

 
Sabemos que la tierra palpita bajo el peso de nuestros muertos.
También sabemos que a la muerte de los recién nacidos
se une la muerte de las parturientas anónimas.
La muerte de los canillitas sobre los mármoles fríos.
La muerte de los soldados bloqueados por los colores de las banderas.
La muerte de las prostitutas entre colillas aplastadas y frascos de perfume.
Y hasta la muerte de las nubes que se transforman en lluvia:
Sobre las ciudades, o sobre los campos

La muerte que rueda por el Universo embozada como una espía,
y se aposta en cualquiera esquina del mundo, o en un zapato.
O anda como un silbido que se ha extraviado en el aire

Os lo digo camaradas: Tenemos siglos de inercia que giran entre las manos.
Y nos vencerán como a juncos o como a hierbas si no mellamos sus hélices.
Las voces de nuestros muertos circulan como soles que alumbran.
Yacen en horizontes que avanzan sobre planetas que dan vueltas.

A veces, con las manos crispadas
como los cuerpos de los náufragos flotando sobre el océano.
A veces con los ojos espantosamente abiertos,
como la boca de los túneles o el ojo de los abismos:
Nos aguardan sus muertes y se unen a las raíces más oscuras
Las que penetran la tierra.
Las que alimentan las ramas
Las que dan sangre al fruto.
Así, como los latidos del corazón que vitalizan la carne
Las raíces que todos ignoramos.
Las raíces que corren por las venas.

¿Hasta cuando nos dejaremos pudrir entre los limos de la inercia?
¿Hasta cuando empujará la noche sus bultos en nuestros ojos?
¿Hasta cuando nos dejaremos manosear como las semillas?
Y no seremos como la ola que avanza
Como la flecha que avanza.
Como la rueda que avanza.
Como el fuego.
Como el viento.
Como el humo.
Como el vivir de todos los elementos del Universo que avanza!

Os lo digo camaradas: Tenemos siglos de inercia que giran entre las manos.
Pero yo sé que hay mañanas más allá de la sombra.
Mañanas que nos aguardan desnudas junto a las estrellas.
En las puertas del alba tupida de pájaros libres.
-Como las muchachas de las aldeas a los mozos que vuelven de los surcos-
Para que las penetremos
Para que las poseamos
Como las raíces a la tierra que vive de la levadura de nuestros muertos.
Y dejemos entre sus labios el corazón que sangra y sueña.
E inauguramos en ellas la patria de los que no tenemos patria.

La patria de los horizontes que avanzan sobre planetas que dan vueltas.

José Portogalo
 

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